lunes, 2 de marzo de 2009

Edgardo y Graciela Fontana, los tíos de Alejandro, recordaron la noticia del embarazo de Liliana y el encuentro con el sobrino tan buscado

La primera testigo de hoy fue Silvia Graciela Fontana, hermana de Liliana y tía de Alejandro. Como su madre, Clelia Teolinda “Chela” Deharbe de Fontana, describió el operativo del 1º de julio de 1977, cuando hombres de civil irrumpieron en su casa de Caseros, partido de Tres de Febrero, y se llevaron a Paty, su hermana, y Pedro.
Graciela: "Con amor, vamos a lograr que Alejandro sepa que somos su familia". “Lo recuerdo como si fuera hoy. Eran cerca de las nueve de la noche. Golpearon la puerta de calle y entró una persona armada que nos dijo: ‘Métanse para adentro, somos de las fuerzas conjuntas’”. Esa mañana, según contó Graciela, su hermana Liliana había comprado lanas para hacerle el ajuar a su futuro bebé y que en el preciso momento del secuestro la estaba ovillando. También recordó que hubo vecinos que presenciaron cómo se llevaron a Liliana en un Ford Falcon y a Pedro en otro. "Antes de que se la llevaran, se detuvo en la puerta, se dio vuelta, nos miró uno por uno y nos sonrió. Esa es la última imagen que tengo de mi hermana”.
Graciela relató que a la mañana siguiente, temprano, sacó a la calle al perro ovejero que era de Liliana y Pedro, que los acompañaba a todas partes. "No sé ni por qué lo saqué, pero ahí nomás se puso a olfatear la vereda, la calle, y a llorar, no paraba de llorar, y se me fue, empezó a correr y yo a perseguirlo y mi mamá atrás nuestro". Graciela y su madre lo siguieron ocho cuadras hasta que el can "se estacionó" en la puerta de la Brigada de Investigaciones de Caseros, "y ahí se sentó y estuvo llorando como una hora". Luego del secuestro de Liliana y Pedro, comenzó la búsqueda de la familia Fontana. "Recurrimos a un familiar de una persona de Aeronáutica que nos dijo barbaridades. 'Está bien que se los hayan llevado', nos dijo". Comisarías, hábeas corpus, dependencias oficiales, Ministerio del Interior, y en todos lados la misma respuesta: el silencio. Empezaron a juntarse con otros familiares, y su madre, Chela, se integró a las Abuelas de Plaza de Mayo.
Graciela confirmó lo que declaró su madre el último viernes: que Liliana, cinco días antes de ser detenida, había ido al Hospital Ramón Carrillo de Ciudadela y que entonces tuvo la certeza médica de que estaba encinta. Graciela recordó también que su mamá Chela, un mes más tarde, fue a ese nosocomio a retirar el certificado de embarazo para iniciar la búsqueda de su nieto.
Cuando el abogado de Rei, Macedo Rumi, le preguntó a Graciela "qué implicaba" la militancia de su hermana y su yerno, tratando de justificar de algún modo el hecho de que los hayan secuestrado, ella, quien a sus 17 años ya compartía la militancia peronista, reinvindicó la memoria de Paty (Liliana) y de Erico (Pedro): "Querían un país más justo y poseían los valores más importantes que se pueden tener: solidaridad, lucha y entrega, y lo demostraron, porque entregaron su vida".
Como aporte para el "cuaderno de pruebas" de la causa, Graciela presentó ante el Tribunal Oral Federal N° 6 la documentación que le entregaron cuando se abrieron los archivos de la Policía Bonaerense. La testigo detalló que entre todos esos papeles que le dieron, donde están cada una de las presentaciones que hizo su familia en la búsqueda de Liliana, Pedro y el bebé, hubo una que le llamó la atención. "Se trata de esta ficha -y la mostró a la corte- que hace referencia a mi hermana. 'Secuestrada en el partido de Tres de Febrero el 27 de septiembre de 1977'". Ese día, se presume, Liliana era sacada del centro clandestino de detención conocido como "Club Atlético", ubicado en Paseo Colón entre San Juan y Cochabamba de la Capital Federal.
El Club Atlético funcionaría tan sólo dos días más como campo de concentración hasta quedar sepultado bajo la autopista 25 de Mayo. Pero en años recientes, gracias a un minucioso trabajo de reconstrucción, se ha logrado conocer la operatoria del lugar en tiempos de dictadura, se han recuperado restos y el sitio se ha transformado en un espacio de memoria. Y justamente allí, en una inspección ocular junto con el juez Daniel Rafecas, por la megacausa del 1er. Cuerpo de Ejército, Graciela Fontana reconoció una de las prendas de Liliana.
"Liliana, que era muy linda por dentro y por fuera, la noche del 1° de julio del 77 tenía puesto una pollerita, una camperita de lana y unas medias de lana. Y estas medias de lana fueron las que reconocí con el juez Rafecas, detrás de una vitrina, entre los objetos recuperados de Club Atlético. Fue una sensación muy fuerte".
Graciela narró con dulzura y honestidad el encuentro con su sobrino Alejandro, poco después de que éste conociera su identidad biológica. A la reunión fue buena parte de la familia Fontana. "Es difícil explicar qué pasaba dentro de nosotros. Fueron treinta años esperando ese momento. El primer cuadro que tengo de Alejandro es abrazando a mi mamá y a mi papá. Yo lo abracé muy emocionada y le dije 'te quiero mucho'. 'Yo no te puedo decir lo mismo', me dijo. Yo lo entiendo, es lógico, todos esos años sin saber que existíamos. Pero él sabe que siempre vamos a estar con él y sabe que su mamá, lo que más hubiese deseado, es que se criara con nosotros".
Tiempo más tarde, Alejandro la llamaría tía por primera vez. "Sentí casi lo mismo que cuando nacieron mis hijos, un amor así, porque yo lo veo a él y la veo a mi hermana". Y le confesaría que su apropiador, Víctor Rei, le había dicho que era hijo de desaparecidos y que su entregador había sido "el director de la Cárcel de Encausados de Campo de Mayo".
A posteriori de que la jueza María del Carmen Roqueta, presidenta del tribunal, no hiciera lugar al siniestro pedido de careo que formuló el abogado de Rei, Macedo Rumi, que la hubiera enfrentado con su sobrino Alejandro, Graciela, como cierre a un testimonio, sólido y conmovedor a la vez, expresó el deseo de los Fontana: "Con amor, con paciencia, vamos a lograr que él sepa que somos su familia".
Edgardo: “Liliana me dijo: ‘Cambacito, vas a ser tío’". El hermano de Graciela y Liliana, Edgardo Fontana, fue el siguiente testigo en declarar. Edgardo militaba con Paty, su hermana desaparecida, en el Frente Revolucionario 17 de Octubre, agrupación con fuerte arraigo en la zona oeste del Gran Buenos Aires. Liliana, por ejemplo, asistía a un barrio de Pablo Podestá y ayudaba a leer y a escribir a la gente. La noche anterior y la posterior a la detención de Liliana y Pedro, de hecho, se llevaron a cabo numerosos operativos en toda la zona y se llevaron a muchos militantes que nunca más aparecieron.
Como no cree en las casualidades, Edgardo contó que el Frente Revolucionario 17 de Octubre también desempeñaba tareas sociales y de militancia en el norte del país, más precisamente en Formosa, a donde Edgardo y Pedro habían viajado varias veces y en donde Víctor Rei, como alto jefe de inteligencia de Gendarmería, tuvo un papel notorio en los inicios del régimen militar.
"En 1976 detuvieron en Formosa a tres compañeros de la agrupación", relató Edgardo Fontana, "a uno lo trasladaron a Buenos Aires y así llegaron a la casa de Alicia Rabinovich, la primera compañera de Pedro. Él ya no vivía ahí, ya se habian separado para entonces. Se llevaron a Alicia y a Lucía Beatriz Fariña, que salió dos semanas después. Ese 10 de septiembre a la madrugada fueron a otra casa cercana y secuestraron a Edgardo Lombardi y a su mujer, Margarita Weis, que siguen desaparecidos".
"Yo me enteré del secuestro de Alicia porque había otros compañeros que vivían en el barrio y ante cualquier problema llamaban a un teléfono que teníamos acordado, el que recibió la llamada me avisa y con otro compañero nos fuimos a Hurlingham. Ahí comprobamos que la casa había sido allanada y que el frente estaba todo lleno de agujeros de FAL o algún arma parecida. Cuando estaba mirando la casa justo pasó otro compañero de barrio en bicicleta, me nombra por mi apodo, 'Cambá', y me dice que lo siga. Dos o tres cuadras más allá frena, me cuenta lo que vio y ahí nos damos cuenta de dónde venía la mano, de Formosa".
Edgardo contó que un año más tarde, el 1° de julio del 77, al rato de enterarse del secuestro del hermano de Pedro, Juan Carlos Sandoval, se comunicó con Pedro y con Liliana y quedaron en encontrarse en la estación El Palomar a las nueve de la noche. La idea era instalarse en algún lugar seguro. Edgardo ya había conseguido una casa. Pero nunca llegaron. Edgardo esperó los cinco minutos estipulados y por seguridad dejó la estación. De vuelta en casa de su suegra ésta le comunica que había llamado Graciela, su hermana, contando que se habían llevado a Liliana y a Pedro.
"Entonces con mi compañera decidimos irnos de ahí, primero nos fuimos sin nuestra beba, que tenía seis meses, pero a los cien metros volvimos y la llevamos con nosotros. Al día siguiente, el 2 de julio, allanaron la casa de mi suegra, estuvieron todo el día, destrozaron todo, la interrogaron, trataron de persuadirla de que me buscaban a mí nada más, que no la buscaban a su hija... A los quince días allanaron de nuevo, partieron la puerta en dos y terminaron de robar todo lo que pudieron. Estaban de civil y dijeron pertenecer a las fuerzas conjuntas".
Un mes y medio después Edgardo y su familia salieron del país, exiliados, y recalaron en Madrid, España, donde en 1980, en el marco de una conferencia de Amnesty International, el testigo se encontró con dos ex detenidos-desaparecidos que habían pasado por el Club Atlético. Uno de ellos, Oscar González, le describió a Paty y a Erico. Edgardo no tuvo dudas, se trataba de Liliana y de Pedro. Le preguntó por el embarazo de Liliana y González le confirmó que había llegado a término. González le dijo que su hermana había sido trasladada dos días antes del desmantelamiento de ese centro clandestino y le narró un breve diálogo que mantuvo con el "Turco Julián":
-¿Te acordás de la rubita? -le preguntó el represor a González.
-Sí -respondió.
-Bueno, tuvo un varón.
En su decalaración Edgardo Fontana recordó el día que se enteró que su hermana estaba embarazada. "Fue el 4 de junio del 77. Me encontré con Liliana por Caseros, y de vuelta, en el 53, me dijo 'Cambacito, vas a ser tío'. Y ahí nos prometimos que si a mí y a mi compañera nos pasaba algo, ella iba a criar a Natalia, nuestra beba, y que si a ella y a Pedro les pasaba algo, mi compañera y yo íbamos a criar a Pedro o Evita, porque así querían ponerle a su hijo cuando naciera".

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