viernes, 27 de marzo de 2009

La querella y la fiscalía pidieron 25 años de prisión para el represor Víctor Rei

Durante la mañana la querella presentó su alegato contra el represor y apropiador Víctor Rei y pidió 25 años por retención y ocultación de un menor de diez años; alteración de estado civil de un menor de 10 años; falsificación ideológica de documento público destinado a acreditar la identidad de las personas (por el certificado de nacimiento y el Documento Nacional de Identidad), y falsificación ideológica de documento público (por el acta de nacimiento en el registro civil).
Los abogados querellantes Nina Brugo, Alan Iud y Luciano Hazan desplegaron sus argumentos para pedir la pena máxima. El primero en hacerlo fue Hazan. “En el debate que está finalizando fuimos testigos de un engranaje de la práctica sistemática de desaparición de personas que formaran parte de los que el terrorismo de Estado designó como ‘disidentes políticos’ u ‘opositores’ a su política de transformación de las estructuras económicas, sociales, culturales y jurídicas de la Argentina”, señaló.
“Las conductas que fueron objeto de acusación por parte de la querella fueron acreditadas con creces durante el juicio”, sostuvo, y más adelante añadió: “Estas conductas son delitos de lesa humanidad. Ya no hay dudas al respecto, luego de que la Corte Suprema fallara en el caso ‘Simón’”.
Hazan citó un pasaje del fallo Arancibia Clavel del supremo Raúl Zaffaroni: “No puede sostenerse razonablemente que sea menester garantizar la acción penal por el paso del tiempo en crímenes de esta naturaleza”. De inmediato, expuso un preciso análisis de los hechos probados en el juicio oral contra Rei, extrayendo lo sustancial de cada uno de los testimonios que ya se detallaron en este blog.
Hazan narró el secuestro de Juan Carlos Sandoval, contado en las audiencias por Edgardo Fontana y por Fernando Sandoval, su sobrino y medio hermano de Alejandro Sandoval Fontana, el joven apropiado por Víctor Rei. Hazan enfatizó en la “conexión Formosa”, según la cual Pedro Sandoval, papá de Fernando y de Alejandro, venía siendo perseguido por “fuerzas conjuntas” desde esa provincia, donde su agrupación, el Frente Revolucionario 17 de Octubre, tenía actividad social y a donde el propio Pedro, junto con Edgardo Fontana, habían viajado varias veces.
Luego, Hazan remarcó la completa coincidencia entre lo relatado por Clelia Deharbe de Fontana, la Abuela de Plaza de Mayo “Chela”, su hija Silvia y su hijo Edgardo. A todos ellos, además de a Fernando, Liliana Fontana les había dicho de su embarazo. “Estaba muy contenta de estar embarazada -dijo Chela en su testimonio-, lo esperaba con mucho amor, le había comprado ropita que todavía tengo”.
A continuación, Hazan analizó otro hecho fundamental demostrado durante las audiencias testimoniales: la presencia inmediata después del secuestro de Liliana y Pedro en el CCD conocido luego como “El Atlético”. Todos los sobrevivientes del Atlético, sin excepción, recordaron haber compartido cautiverio con Paty y Erico, y que Paty estaba embarazada, y que al tiempo de ser liberados supieron que se trataba de Liliana Fontana y Pedro Sandoval. Así, Hazan enlazó uno a uno los testimonios de Jorge Allega (que se realizó antes del debate oral), Miguel D’Agostino, Delia Barrera y Ferrando y Ana María Careaga, además del encuentro en el exilio de Edgardo Fontana con dos sobrevivientes de ese CCD, Horacio Cid de la Paz y Oscar González y el hallazgo de Silvia de una prenda de Liliana, su hermana, en el museo del Atlético.
El letrado querellante lamentó la falta de certezas sobre el lugar de nacimiento del hijo de Liliana y Pedro pero avaló la hipótesis de que pudo haber nacido en Campo de Mayo. Hazan se apoyó en la confesión de Alejandro a su tía Silvia de que él había sido entregado a Rei por “el director de la Cárcel de Encausados de Campo de Mayo”. “La versión tiene sentido si se la relaciona con los testimonios de Tejerina y de Chavanne. Ambos tuvieron a Rei por secuestrador e interrogador allí, y ambos tuvieron contacto con el director de la cárcel en ese momento, comandante Correa de Gendarmería. Es evidente que Rei y Correa al menos se conocían”.
“Rei, Correa y el médico Cáceres Monié (quien firmó el falso certificado de nacimiento de Alejandro y de otros nietos apropiados), todos juntos en un mismo centro de detención en un mismo momento”, destacó Hazan aunque aclaró: “Tampoco se pueden descartar las relaciones familiares de Rei con otros altos funcionarios de las fuerzas de seguridad de la dictadura. Su hermano Omar Bernardino Rei, alto oficial de inteligencia de la Gendarmería, y su cuñado Oscar Arteach, ex comisario retirado de la Policía Federal”.
El alegato siguió por el secuestro y sustitución de la identidad del hijo de Liliana y Pedro por parte de Rei; la continuidad de la ocultación pese a la búsqueda pública de las Abuelas de Plaza de Mayo y pese a la imputación que se le hizo en la actual hace ya siete años; la prueba de la falsedad de que se trataba del hijo biológico de Víctor Rei, sostenida por todos los peritos testimoniantes, y el procedimiento para el secuestro del cepillo de dientes que permitió la identificación.
Párrafo aparte mereció en el alegato lo referido al testimonio de Alejandro Sandoval Fontana durante el debate. “Rei y su defensor (Alejandro Macedo Rumi) lo obligaron a mentir -expresó Hazan-, lo dejaron expuesto, desamparado frente a lo absurdo de la propia declaración. Fue la repetición de la escena de sumisión de la víctima al victimario”.
La querella alertó en el alegato sobre los graves delitos cometidos durante el segundo allanamiento del 9 de agosto de 2005, en el que estuvieron implicados policías, funcionarios judiciales y testigos que prestaron (falso) testimonio “para hacerle una gauchada” al entonces suegro de Alejandro, Alberto Villar.
Hazan remarcó la plena conciencia y conocimiento de Víctor Rei de que el niño era hijo de desaparecidos. “De acuerdo a lo que surge de un informe del perito médico de parte Zavattaro en el incidente de excarcelación de Rei, éste le dijo ‘le salvé la vida, evité que lo tiraran al mar’”.
El encargado de exponer la calificación de los hechos fue el abogado Alan Iud, quien hizo un minucioso recorrido del derecho internacional de los derechos humanos y de las obligaciones contraídas en ese sentido por el Estado argentino, además de trazar la calificación legal de los hechos imputados a Rei a la luz del derecho interno de nuestro país. A su turno, la tercera apoderada de la querella, Nina Brugo, completó el alegato con un análisis del legajo de Rei, en particular su formación en la siniestra Escuela de las Américas, para luego dejar la palabra, nuevamente, al abogado Hazan, quien exigió al tribunal que se aplique a Rei la pena máxima que contempla nuestra legislación, 25 años, conjuntamente con la inhabilitación y las accesorias legales previstas en el Código Penal.
“Queremos especialmente recordar la responsabilidad que pesa sobre este tribunal de poner fin al gravísimo estado antijurídico creado por la conducta desplegada por Rei. Por ello, les pedimos que por medio de la sentencia establezcan de forma indubitable la identidad de Alejandro como hijo de Liliana Fontana y Pedro Sandoval, para conocimiento de la sociedad y el Estado, y que tal como lo prescribe el artículo 526 del Código Procesal Penal de la Nación, se ordene al Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas la anulación del acta de nacimiento con contenido apócrifo mediante la cual se inscribió falsamente como hijo de Víctor Enrique Rei, y se proceda a la inscripción del mismo con su verdadero apellido, que es Sandoval Fontana, previa celebración de una audiencia privada del tribunal con la víctima, al efecto de que manifieste si desea llevar como nombre de pila ‘Pedro’, tal como querían ponerle sus padres según declaró Edgardo Fontana en este debate”.
“Excelentísimo tribunal, hacemos nuestras las palabras de Clelia Fontana y les pedimos memoria, verdad y justicia por Alejandro, por Pedro, por Liliana, por los 30. 000 detenidos-desaparecidos, y por todos los jóvenes que continúan apropiados”, concluyó Hazan.

jueves, 26 de marzo de 2009

Mañana alegarán la querella y la fiscalía

Abuelas de Plaza de Mayo informa que mañana viernes 27 de marzo a las 10, la querella y la fiscalía presentarán sus alegatos en el juicio oral y público contra el ex comandante de Gendarmería Nacional Víctor Enrique Rei.
El juicio se está llevando a cabo ante el Tribunal Oral Federal Número 6 de la Capital Federal. A diferencia del TOF Nº5 este Tribunal, presidido por María del Carmen Roqueta, permite el acceso de la prensa gráfica y televisiva a la audiencia.
El represor está acusado por la apropiación del hijo de Liliana Fontana y Pedro Sandoval, desaparecidos durante la última dictadura militar. Invitamos a asistir a todos los medios de comunicación y agradecemos por la difusión de esta información.

lunes, 23 de marzo de 2009

El apropiador Rei finalmente se negó a ampliar su declaración indagatoria

"Tras una meditación estos días, mi defendido decidió no ampliar su indagatoria", dijo ante el Tribunal Federal Oral N° 6 Alejandro Macedo Rumi, abogado de Víctor Rei. La presidenta del tribunal, María del Carmen Roqueta, pidió que el propio imputado diera sus argumentos de por qué se negaba a declarar, puesto que en su primera intervención en el juicio había dicho que sobre "el tema de Alejandro" hablaría más tarde. "Pienso que no es necesario", fue la escueta respuesta del ex comandante de Gendarmería, amparándose una vez más en el silencio.
La magistrada Roqueta decidió entonces que se hiciera lectura de las declaraciones anteriores de Rei, las efectuadas durante la etapa de instrucción de la causa, referidas al objeto procesal sobre el cual está imputado, en las cuales el acusado repitió una y otra vez que era el padre biológico de Alejandro Sandoval Fontana. "Me declaro un preso político", fue una de las frases que incluyó el imputado en sus anteriores declaraciones.
En esta línea, antes de la lectura de lo declarado por Rei en la instrucción, el letrado Macedo Rumi, presentó ante el tribunal una carta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, en respuesta a una denuncia de la defensa "por avasallamiento contra Alejandro por parte del Estado argentino y de este tribunal" (sic). En la misiva, leída en la sala por Roqueta, se dice simplemente que la CIDH estudiará el caso y nada más.
Luego de la lectura de las declaraciones de Rei, a pedido de la querella se exhibieron en pantalla gigante la falsa partida de nacimiento de Alejandro, firmada por el médico cardiólogo Julio César Cáceres Monié, y el certificado de embarazo de Liliana Fontana, retirado por su madre, Chela, a posteriori de la desaparición de su hija.
Cabe añadir que el abogado defensor, Macedo Rumi, llegó casi dos horas más tarde de lo pautado a la audiencia de hoy. A raíz de esto, la querella solicitó al tribunal una prórroga para la presentación de su alegato, pedido que fue negado por los jueces. El cronograma de las próximas audiencias es el siguiente:
-Viernes 27 de marzo: alegatos de la querella y la fiscalía.
-Viernes 3 de abril: alegato de la defensa.
-Lunes 13 de abril: réplicas.
-Viernes 17 de abril: últimas palabras del imputado.

viernes, 20 de marzo de 2009

El imputado adujo que está enfermo y se pospuso su declaración

El Juzgado Federal Oral Nº 6 informó que el imputado Víctor Rei, quien hoy debía ampliar su declaración indagatoria, no se presentó a las instalaciones de Comodoro Py por padecer un "cuadro gripal". La notificación, con rúbrica del Servicio Penitenciario Federal, llegó al Juzgado vía fax. En breve, el Juzgado resolverá la nueva fecha que se le asigna a Rei para que ampliar su indagatoria.

jueves, 19 de marzo de 2009

El apropiador Víctor Rei ampliará mañana su indagatoria

El apropiador y ex jefe de inteligencia de Gendarmería, Víctor Enrique Rei, ampliará mañana su indagatoria, tal como él mismo lo solicitó.
En su primera declaración ante el Tribunal Oral Federal Nº 6, hace menos de un mes, Rei trató de despegarse de cualquier participación en la represión ilegal de los 70, aunque cayó en contradicciones, como negar que intervino en el Operativo Independencia en Tucumán o argüir que la detención de los financistas del Banco de Hurlingham -de la cual fue parte- se realizó por pedido de la Justicia.
El imputado, en aquella ocasión, tampoco aportó ningún elemento relativo al objeto procesal de la causa, es decir la apropiación y sustitución de identidad del hijo de los desaparecidos Liliana Fontana y Pedro Sandoval. Tan sólo algunas frases siniestras que vale la pena citar:
-“Ni siquiera en la Rusia de Stalin se juzgó a alguien treinta años después por adoptar y criar un huérfano”.
-“Si en Estados Unidos tuvieran que procesar a todos los oficiales y suboficiales que se trajeron chicos de Corea, Vietnam e Irak, tendrían que triplicar las cárceles”.
-“Si hace treinta años hubiera matado a Gustavo, mi hijo mayor, y me hubiera fugado, yo no estaría acá por la prescripción”.
-“En este país el poder es pendular y ahora el péndulo está en la izquierda, pero lentamente se está corriendo para el otro lado”.
-“No fui [a ningún centro clandestino] porque no me mandaron, sería cínico decir que no hubiese ido si me lo ordenaban”.
-“No voy a contestar preguntas sobre eso [Cáceres Monié, médico firmante de la falsa partida de Alejandro Sandoval Fontana]… de Alejandro no voy a hablar”.
Se espera que en esta ampliación de su indagatoria, Rei reconozca algo de todo lo que se fue probando durante el juicio oral. Es poco probable sin embargo, máxime cuando hasta ahora no demostró señales de responsabilidad ni de arrepentimiento.
Cabe recordar que por pedido de Rei, Alejandro, la víctima de la causa, debió sentarse en el banquillo de los testigos a defender a su victimario. El ex gendarme, desde luego, no pensó en las consecuencias psíquicas y jurídicas que esta situación podría generarle a Alejandro, caso contrario no hubiera solicitado su testimonio.
El próximo viernes 27 de marzo están previstos los alegatos de la querella y la fiscalía, y posteriormente, en fecha a confirmar, le tocará a la defensa presentar su alegato.

lunes, 16 de marzo de 2009

Echagüe, ex comandante de Gendarmería: “No había hipótesis de guerra con la guerrilla. Y todo lo que pasó no se ajustó a las leyes de la guerra"

Guillermo Ignacio Echagüe, ex comandante general de Gendarmería, fue el último testigo del juicio contra Víctor Rei. El oficial retirado, de 71 años, actualmente comerciante, se amparó en el “secreto de Estado” para no decir casi nada en su testimonio aunque, en su empeño por callar, deslizó algunas contradicciones.
Durante la dictadura se desempeñó en la Dirección General de Inteligencia de Gendarmería haciendo las veces de enlace con el Estado Mayor del Ejército. Hacia 1979, según dijo, fue destinado al escuadrón Misiones, dos años más tarde se incorporó a la Dirección de Inteligencia, donde alcanzó el cargo de director en 1990, en el gobierno de Menem. El 1991 fue nombrado director de Operaciones y al año siguiente pidió su pase a retiro
“Conocí a Víctor Rei en 1958 cuando yo era cadete de tercer año y él de primero. Luego tuvimos el mismo nivel pero nunca compartimos ningún destino”, manifestó Echagüe, quien agregó que su labor consistía en “reunir información para la superioridad”. “Violaría secreto de Estado si contara sobre las operaciones, hay que considerar que estábamos por entrar en conflicto armado con Chile”, remarcó.
Consultado sobre el Operativo Independencia, Echagüe dijo conocer sólo lo que salió en los diarios. “Pienso que estaba relacionado con la lucha contra la subversión, pero desconozco”. Ante la falta de colaboración del testigo, la jueza María del Carmen Roqueta repreguntó y Echagüe admitió que “por depender del Ejército pudo haber participación de Gendarmería”.
“Pienso que fueron elementos de Gendarmería a Tucumán, evidentemente sí, unidades enteras”, añadió, como si de repente hubiera recuperado la memoria, a poco de recordar, además, el atentado de Montoneros contra un Hércules de la Fuerza Aérea en 1975. Cabe destacar que el acusado, Rei, aseguró haber sido destinado al aeropuerto de Tucumán justo después de ese atentado.
La querella solicitó al Tribunal Oral Federal Nº 6 que se le exhibiera a Echagüe el legajo personal de Rei para que el testigo reconozca su firma en ese documento. “Puede ser que lo haya firmado, aunque no está escrito de puño y letra míos sino de personal que dependía de mí”.
El abogado de Abuelas, Luciano Hazan, también interrogó al testigo sobre las comisiones de servicios “acreditadas” en el legajo de Rei, punto sobre el cual el testimonio del coronel retirado Horacio Ballester, presidente del Centro de Militares por la Democracia Argentina (CEMIDA), había echado un poco de luz. Echagüe dijo que el hecho de que estuvieran “acreditadas” suponía que habían sido vistas en la Dirección General de Gendarmería, nada más.
Luego de hacer una distinción entre inteligencia e inteligencia militar, tal como hizo el acusado en su indagatoria, Echagüe admitió que las actividades que se desarrollan en estas áreas “no pueden documentarse”, a la vez que se despegó de la idea de “guerra contra la subversión”.
“No había hipótesis de guerra con la guerrilla -explicó-. Y todo lo que pasó no se ajustó a las leyes de la guerra”. En este pasaje intervino el siempre incisivo juez José Martínez Sobrino:
-¿En qué consistió la doctrina de la seguridad nacional?
-En poner al país libre de amenazas externas e internas, estas últimas las que subvertían la Constitución Nacional…
-¿Pero en qué consistía la seguridad nacional en el marco de una dictadura que precisamente subvirtió la Constitución?
-Evidentemente se violó la Constitución por cuanto éste es un país democrático… Yo en ese momento no tenía poder de decisión, yo fui anterior a lo que usted me pregunta, yo soy respetuoso hasta hoy de las normas de la Constitución…
-¿Y entonces quién era el enemigo interno? -insistió Martínez Sobrino.
-Se hablaba de delincuencia, no de enemigo.
Lo cierto es que Echagüe, a pesar de presentarse como “especialista en doctrina y mando externo”, no pudo -o no quiso- contestar lo que se le pedía, así como tampoco respondió nada sobre los cursos en la Escuela de las Américas ni sobre Campo de Mayo, donde pasó buena parte de su carrera en la fuerza.
Al finalizar el reticente testimonio de Echagüe, el Tribunal dio lectura a todas las pruebas incorporadas a la causa y resolvió que este viernes 20 de marzo ampliará su indagatoria, tal cual lo solicitó, el imputado Víctor Rei, una semana después será el turno de los alegatos de la querella y la fiscalía, y posteriormente, en fecha a confirmar, le tocará a la defensa presentar su alegato.

viernes, 13 de marzo de 2009

Los testimonios de un ex médico militar y de uno de los secuestrados del Banco de Hurlingham complican todavía más al ex gendarme Rei

“Cualquiera puede hacer un certificado (de nacimiento)… Lo firma uno, después se rompe y lo firma otro”, declaró Horacio Schiavo, jefe de Maternidad del Hospital Militar Central en tiempos de dictadura.
El propio Schiavo puso como ejemplo que a su hija la anotó primero en Paraguay, donde nació, y dos años más tarde en la Argentina sin aclarar que ya estaba inscripta en el país vecino. En este punto, el testimonio de Schiavo fue interrumpido por el abogado de la defensa, Alejandro Macedo Rumi, quien esgrimió el artículo 18 de la Constitución Nacional, según el cual nadie puede declarar contra sí mismo.
Previamente, Schiavo dijo no creer que Julio César Cáceres Monié, médico firmante de la partida de Alejandro Sandoval Fontana, haya atendido ningún parto. Schiavo señaló que durante el último régimen militar también se desempeñó un lapso -cerca de un año- en el Hospital de Campo de Mayo.
Schiavo no aportó muchas precisiones y sí algunas confusiones, como cuando expresó que trabajó en el “Hospital Astiz” (sic) en lugar de Hospital Actis, lo cual le dio pie al letrado de ultraderecha Macedo Rumi a preguntarle, no sin humor, si no se trataría del “Hospital Acosta”.
Antes de Schiavo declaró Rubén Sanzol, quien hacia 1978 era jefe de Pediatría del Hospital Militar Central. Sanzol afirmó que si bien un médico cardiólogo, como Cáceres Monié, podía participar de un parto en el caso de que la paciente requiriera atención especializada, es improbable que el especialista firmara la partida. “El que recibe al niño es el que firma”, aclaró.
Previamente, testimoniaron ante el Tribunal Oral Federal N° 6 tres mujeres que fueron mamás en el Hospital Militar Central a principios de abril del 78: Nélida Guerache, Rosa Elvira Sánchez y Adriana Graciela de Vivondoa. Las tres testigos describieron la mecánica del establecimiento y ciertos detalles administrativos -como el cobro de la pensión prenatal- que tienen que ver con el objeto procesal de la causa contra Rei. Rosa Sánchez, quien dio a luz el 5 de abril, recordó que mientras estuvo internada en una de las habitaciones destinadas a los suboficiales, donde entraban cuatro pacientes, a una de las parturientas que compartía el cuarto con ella le llegó un gran ramo de flores de parte del general Viola.
El último y más profuso testimonio de la jornada fue el de Marcelo Chavanne, quien relató su detención por parte de personal del 1er Cuerpo de Ejército. “Un mes antes habían secuestrado a mi hermano, Juan Claudio, y a la que luego fue su mujer, por entonces su secretaria. Me empecé a mover, fui al primer cuerpo, y la última vez que fui me atendió el coronel Roualdes. A los dos días de ese encuentro, en un procedimiento cinematográfico, tres o cuatro camionetas, entraron cinco hombres con fusiles, y me vinieron a buscar D’Alessandri y Gatica. ‘La orden de detención emana del comandante jefe del primer cuerpo’, me dijeron, es decir Suárez Mason”.
“Cuando me llevaron a la planta baja me encontré con Jorge Tejerina, que también lo habían detenido, y nos llevaron al primer cuerpo, donde nos tuvieron hasta la noche cuando el mayor Guastavino (N. de la R.: Raúl Guglielminetti) nos llevó hasta la Prisión Militar de Campo de Mayo. Supuestamente nos detuvieron por 18 millones de dólares que habían desaparecido del Banco de Hurlingham”.
Según Chavanne, Rei, a quien reconoció en fotografías de más joven, “era el malo de la película”. “Usted se va a enterar quién soy yo”, le dijo Rei a Chavanne a poco de arrancar un interrogatorio en la prisión militar. “Y usted se va a enterar quién soy yo”, le respondió Chavanne. “Pasaron 30 años y a él lo están acusando con defensa, en un juzgado, y nosotros no tuvimos esa oportunidad”.
Chavanne manifestó que Cáceres Monié ingresaba a los calabozos de los presos y hacía preguntas. También indicó que a su llegada a Campo de Mayo pudo saber que allí mismo había “tres o cuatro personas, todos testigos de Jehová, detenidas, en la misma situación que nosotros”. Nueve de los once detenidos por el affaire del Banco de Hurlingham fueron liberados el 17 de enero de 1978, salvo el abogado Rodríguez Saravia y su hermano, Juan Claudio, quien permaneció detenido un año más.

lunes, 9 de marzo de 2009

Tres sobrevivientes del CCD Club Atlético ratificaron haber visto a Liliana Fontana embarazada y a su pareja, Pedro Sandoval

La quinta audiencia de declaraciones testimoniales comenzó con demoras. El abogado defensor de Víctor Rei, Alejandro Macedo Rumi, volvió a hacerse notar llegando una hora cuarenta y cinco minutos tarde a la sala. “Tuve problemas con el móvil”, se excusó el letrado ante el tribunal, refiriéndose a su automóvil. La jueza, María del Carmen Roqueta, le llamó severamente la atención para que se presente en el horario establecido -recordemos que la semana pasada había amenazado con ir a las audiencias armado.

Ana María Careaga: “Paty estaba absolutamente feliz de estar embarazada”
La primera testigo del día fue Ana María Careaga, quien vio embarazada a Liliana Fontana, Paty, en “el Atlético”, y confirmó que Pedro Sandoval, Erico, también estuvo detenido allí.
“Fui secuestrada el 13 de junio de 1977 en Juan B. Justo y Corrientes de la Capital Federal. Estaba caminando, iba a un negocio, fue todo muy rápido, dos personas me agarraron y me metieron en la parte de atrás de un vehículo y me vendaron los ojos. Luego fui llevada al centro clandestino Club Atlético. Cuando me introdujeron al lugar, me sacaron todo y me desnudaron. Me quitaron mi nombre, pasé a llamarme por un código, K04, empezaron a torturarme con baldazos de agua fría”.
“Después me llevaron al ‘quirófano’, me torturaron con picana eléctrica, usaban un plástico para taparme la cara, me torturaron con picana en distintas partes del cuerpo, mientras tanto entraban distintas personas, yo lo único que quería era morirme, así estuve muchas horas, hasta que me dieron convulsiones”. Los represores del Atlético le decían cosas como “estás en un lugar donde nadie sabe”, o “nosotros tenemos el tiempo del mundo y te vamos a mantener viva”. La calma vino cuando trajeron un algodón embebido en éter y la durmieron.
Por entonces, Ana María tenía tan sólo 16 años y estaba embarazada de tres meses. No lo dijo porque quería proteger al bebé. De hecho, cuando la llevaron a la enfermería del CCD, ella contó que estaba embarazada y ahí nomás la volvieron a meter al “quirófano”. Luego un represor le dijo: “Por qué no me dijiste, hija de puta, ¿¡querés que te abra de piernas y te haga abortar!?”. Ana María pensó que no iba a poder tener a su bebé, el hambre además era “desesperante”.
Algunos días más tarde, cuando la encerraron en un “tubo” –una celda muy pequeña–, Ana María sintió por primera vez que el bebé se movía. “Ya no estaba sola, para mí fue un privilegio estar embarazada en esas circunstancias, yo hablaba mentalmente con mi hijita, podía dialogar con alguien, a los detenidos no nos dejaban hablar y estábamos tabicados, con los ojos vendados”.
“Me habían puesto ‘Piojo’ porque era la más detenida más chica. Hasta entonces pensaba que era la única embarazada, pero un día escuché a uno de los guardias que gritó ‘dale más comida a Piojo y a Paty’. Ahí supe que no era la única. Había un cocinero también que lo hicieron bajar y cuando nos vio en la fila a las embarazadas dijo ‘voy a traer vitaminas para estas chicas’. A partir de eso, a veces, me empezaron a dar leche y huevo”.
Según Ana María, Paty estaba destabicada y era usada como mano de obra esclava en el campo de concentración. Hacía trabajo de limpieza, repartía comida y hacía pasar al baño al resto de los detenidos. Más de una vez la pudo ver por debajo de su venda. En cierta ocasión, le ordenaron a Paty que sacara a Piojo a pasear por el pasillo y mientras caminaban del brazo los represores les dijeron socarronamente: “¿Están mirando vidrieras para comprarle ropa a sus bebés?”. Ese día, Ana María vio a Paty, rubia, ojos claros y con una panza “de cinco meses”. “Estaba absolutamente feliz de estar embarazada”.
Ana María recordó que a Liliana y a Pedro venían a interrogarlos personas de afuera de ese CCD. “No supe quiénes igual”, aclaró. El 30 de septiembre de 1977, Ana María fue liberada. “Me llevaron a una habitación donde había varias personas. Me dijeron que no mire pero yo miré por debajo de la venda… La imagen que tengo es la de un campo de concentración nazi, personas harapientas, peladas, maltratadas, huesudas”.
Ya en libertad, Ana María fue con su mamá, Esther Ballestrino de Careaga, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, a hacerse ver por el médico y constatar que su embarazo estaba bien. Posteriormente, Esther fue a la Plaza de Mayo y volvió con una larga lista de nombres y apodos. “así empezamos a reconstruir todo”, relató Ana María, quien al poco tiempo se exilió en Suecia, donde el 12 de diciembre nació su hija. Esther no llegó a conocer a su nieta. Tres días antes fue secuestrada junto a otra madre y las monjas francesas en la Iglesia Santa Cruz.
En democracia, Ana María reconocería en un semanario a Liliana y Pedro y confirmaría que eran Paty y Erico.

Delia Barrera: “Erico siempre cantaba una zamba”
A continuación, fue el turno de Delia Barrera y Ferrando, otra ex detenida del Atlético, secuestrada el 5 de agosto de 1977. Su esposo, Hugo Alberto Scutari (quien continúa desaparecido), había sido detenido horas antes en el barrio de Caballito.
A Delia la renombraron como “H26”. “Fui conducida a ‘la leonera’, me vienen a buscar y me empiezan a golpear, después entra ‘Kung Fu’ (N. de la R.: Juan Carlos Falcón, torturador y secuestrador de la PFA), considera que no es lo suficientemente fuerte y me empieza a golpear él. Después me sometieron a la picana eléctrica, en la cara, en la boca, en los genitales, para que diera nombres, mientras yo escuchaba cómo torturaban a mi marido justo al lado y le hacían gritar ‘heil Hitler’”.
Delia contó que Hugo, a quien los represores llamaron “H23”, cuando pasaba por el pasillo, ella lo sentía toser. “Entonces yo tosía y así sabíamos que estábamos juntos”. Así se despidieron cuando lo trasladaron a él.
“A Paty la conocí porque ella podía estar destabicada. Escuché también cuando le ordenaron a Paty sacar a pasear a Piojo (Ana María Careaga). Después, a Erico siempre lo escuchaba cantar una zamba tucumana. Solamente pude despedirme de Paty cuando me liberaron, ella me deseó suerte, me dio un beso y pude sentir su panza que tendría unos siete meses”. Con respecto al tema de las embarazadas, Delia recordó que una vez fue al Atlético Guillermo “Pajarito” Suárez Mason y que un guardia le preguntó qué hacían con una detenida embarazada. “Llevala a la (maternidad) Sardá”, le respondió Suárez Mason.
Delia evocó a otros siniestros represores del CCD: Doctor K, Poca Vida, Colores, Zapatilla Negra el Violador, el Turco Julián… Este último, precisamente, la torturó con el submarino, hundiéndole la cabeza largo rato en el agua, y la tuvo toda una noche de pie en el baño, sin permitirle mover un dedo. Por su parte, Zapatilla Negra el Violador –quién aún hoy no ha podido ser identificado–, fue el encargado de informar a Delia que sería liberada. “Me sentó en una silla, me preguntó el nombre de mi primer esposo, en ese momento entró Kung Fu, y Zapatilla Negra me dijo que me iban a dar la libertad. A la noche me llevaron al sector del baño, me dieron un vestido, me destabicaron, me quitaron las cadenas de los pies, y luego vino Zapatilla Negra, me dijo que lo tome del brazo y me llevaron al domicilio de mi mamá”.

D'Agostino: “Ella se identificó con su nombre, Liliana Clelia Fontana”
El último testigo en declarar, antes de un cuarto intermedio, fue Miguel D'Agostino, quien estuvo 91 días detenido en el Club Atlético. Tenía 18 años y cursaba el sexto año en una escuela técnica que dependía de la empresa estatal de energía Segba. Era el delegado de su división y había estado a cargo del centro de estudiantes.
“Ni bien llegué me bajaron a un sótano, ‘vos no sos Miguel D'Agostino me dijo el Turco Julián, y me golpeaba, a patada limpia, con cadenas… Él me enseñó que desde entonces me llamaría ‘K35’. Luego me llevaron al ‘quirófano’, donde estaba la picana, me interrogaron Doctor K, Colores, El Alemán, hasta entrada bien la mañana”.
Al salir de la tortura, siempre con ojos vendados, a D'Agostino le dieron unas prendas, le colocaron los grilletes en los pies y lo condujeron a ‘la leonera’. “Ahí me tiraron al piso, cerraron la puerta y percibí la respiración de otras personas. Al rato me di cuenta que había una mujer, muy angustiada, llorando, traté de calmarla un poco, pero ella no paraba de llorar porque en ese momento estaban torturando a su pareja. Al día siguiente, los guardias pidieron que nos identificáramos y ella lo hizo con su nombre, Liliana Clelia Fontana. La golpearon hasta que se identificó como K34. Su compañero, que ya había vuelto de los tormentos, se identificó como K33”.
Un par de días más tarde, a D'Agostino le asignaron un “tubo”. El 18 de julio, aproximadamente, introdujeron en la celda a otro muchacho, Juan Marcos Herman. “Había sido traído de Bariloche en un avión particular. Durante un mes compartimos la celda con él. Cada tanto, estos criminales hacían supervisiones, pasaban golpeando las puertas y había que decir nuestras letras y números y a algunos les hacían decir sus apodos y cargos de militancia”.
D'Agostino explicó que Pedro Sandoval, Erico, al igual que Liliana, se ocupaba de las tareas de limpieza y de guiar a los detenidos al baño. Recordó que en septiembre del 77 llevaron a todos a las duchas para raparlos. Erico le cortó el pelo a D'Agostino. Tuvieron un diálogo mínimo, pues no se podía hablar, y Erico, destabicado, le dijo a D'Agostino que sus heridas de tortura estaban cicatrizando.
D'Agostino aclaró que cuando declaró para la CONADEP es probable que haya disociado a Liliana Clelia Fontana y a Pedro Sandoval de “Paty” y “Erico”. Sin embargo, poco después, en junio de 1984, cuando encontró un relato de la mamá de Liliana, Clelia “Chela” Deharbe de Fontana, en una revista, le “cayeron” las fichas: “Vi las fotos y reconocí que Paty no era otra que Liliana Clelia Fontana, la mujer que estaba angustiada llorando, me quedó el nombre nada más, Clelia, porque fue la primera vez en mi vida que lo escuché”. D'Agostino fue liberado del Atlético el 1° de octubre del 77. Lo dejaron junto a otros detenidos, pasada la medianoche, en la puerta del Hospital Borda, en el barrio de Constitución.
En su declaración, D'Agostino sostuvo que al momento de dejar el CCD, Paty estaba embarazada de siete meses. Añadió que en el lapso en que estuvo secuestrado en el Atlético, las dos embarazadas del lugar eran Piojo y Paty y que a la primera, Ana María Careaga, la conoció luego del proceso de liberación y recién entonces pudieron verse las caras. Recordó también que Delia Barrera y Ferrando, la sobreviviente que lo antecedió en su declaración, pasó su cumpleaños adentro del CCD y que él le tocó el feliz cumpleaños con golpecitos en la pared, ya que ella estaba en el “tubo” vecino al suyo.
Los testimonios de Careaga, Barrera y D'Agostino fueron seguidos con atención y emoción por una sala llena. Alejandro Sandoval Fontana, ubicado en el sector correspondiente al público de la querella y la fiscalía, fue uno de los presentes. Cerquita nomás, se pudo a ver a María Eugenia Sampallo Barragán, la primera nieta recuperada que se presentó como querellante en un juicio contra sus apropiadores y contra quien la entregó, el capitán retirado Enrique José Berthier.

Tejerina: “Se presentó como el comandante de gendarmería Víctor Rei”
Entre octubre de 1978 y enero del año siguiente, Jorge Tejerina estuvo detenido en la Prisión Militar de Campo de Mayo. Empresario, de 74 años, Tejerina recordó su secuestro junto a otros diez financistas del Banco de Hurlingham, otrora propiedad del grupo Graiber, supuestamente vinculado con Montoneros. Señaló que lo interrogaron por escrito, recién 15 días después de la detención, y que se le preguntó, por ejemplo, “¿por qué tenía un haras?”, a lo que Tejerina respondió, por escrito también, “porque siempre me gustaron los caballos”.
El testigo pudo reconocer a Rei en una foto más o menos contemporánea a su secuestro, y lo describió con bastante precisión: “Alto, robusto, secote”. El asunto sobre el cual se explayó Tejerina, es decir la participación de Rei en un operativo ilegal, será ampliado el próximo lunes con el testimonio de Marcelo Chavanne, otro socio del Banco de Hurlingham, secuestrado al mismo tiempo que Tejerina. Cuando Tejerina recooció a Rei en una foto, afuera de micrófono el acusado le exclamó al testigo: “¡Vos no me viste nunca!”. El abogado de la querella, Luciano Hazan, le solicitó a la jueza María del Carmen Roqueta que tal exclamación fuera de lugar, conste en actas.
A posteriori fue el turno de Olga Gamba, vecina de la familia Rei desde 1976 en el barrio de Hurlingham. Gamba relató cómo vio por primera vez a la esposa de Rei con Alejandro. “La encontré en la calle, estaba feliz, ella tenía un problema de tiroides, que en aquella época no era tan común, no la había visto embarazada y la vi en la panadería con un bebé, ‘lo adopté’, me dijo, y a mí me pareció bien e incluso la felicité”.
El último testimonio del día fue del coronel (R) Horacio Pantaleón Ballester, presidente el Centro de Militares por la Democracia Argentina (CEMIDA), quien explicó un poco la articulación entre Ejército y Gendarmería en tiempos de dictadura. “Desde que se creó hasta 1983, Gendarmería dependía del Ejército, tenía una relación de subordinación absoluta con el Ejército”.
Ballester remarcó los principales supuestos estratégicos de la dictadura, como el del “enemigo interior”, y manifestó que todos los servicios de inteligencia –el de Gendarmería incluido– operaban bajo esa hipótesis, quitando sustancia a lo declarado por Rei, quien en su indagatoria se esforzó por mostrar que prácticamente no había participado sino de misiones relativas a hipótesis de conflicto con otros países (Chile, Brasil, Paraguay). Ballester también aportó su ojo experto para analizar en la sala el legajo personal de Rei. “Las ‘comisiones’ no pueden ser consideradas según hipótesis de conflicto exterior”, concluyó.

domingo, 8 de marzo de 2009

Una vecina de Rei y cinco ex detenidos-desaparecidos declaran en la quinta audiencia de testimoniales

La de hoy será una jornada con testigos solicitados por la querella y la fiscalía, tres de ellos sobrevivientes del CCD Club Atlético -donde estuvieron detenidos Liliana Fontana y Pedro Sandoval, los padres de Alejandro-, quienes ya prestaron su testimonio en el Juicio a las Juntas.
De entrada será el turno de Ana María Careaga. Privada de su libertad el 13 de junio de 1977 en la Capital Federal, por un grupo armado que dependía del Ejército Argentino, Careaga vio embarazada a Liliana en “El Atlético”. A continuación, será el turno de Delia Barrera y Ferrando, quien estuvo 92 días detenida-desaparecida en el Club Atlético y también vio a Liliana embarazada. El tercer testigo será Miguel Ángel D'Agostino. D'Agostino fue detenido en julio de 1977 en su casa de Castelar, provincia de Buenos Aires, por un grupo armado de la Policía Federal que dependía operacionalmente del Ejército Argentino.
Más tarde ofrecerán su testimonio Marcelo Augusto Chavanne y Jorge Tejerina, ambos detenidos por efectivos del Ejército Argentino el 17 de octubre de 1978, siendo posteriormente conducidos al Primer Cuerpo de Ejército y de allí, luego trasladados a la Cárcel de Encausados de Campo de Mayo. Cabe resaltar que el imputado Víctor Enrique Rei declaró en su momento haber participado en el procedimiento que tuvo lugar sin sujeción a formalidad legal alguna.
Y para el cierre de la jornada está previsto el testimonio de Olga Gamba, una vecina familia Rei, y del coronel retirado Horacio Ballester, presidente del Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA), quien echará un poco de luz sobre los estrechos lazos que existían entre Gendarmería y Ejército durante la dictadura.

viernes, 6 de marzo de 2009

El allanamiento que determinó la identidad de Alejandro Sandoval Fontana se realizó conforme a la ley

El tercer y último allanamiento en el que se recogieron los objetos personales a partir de los cuales se extrajo el ADN que permitió confirmar la identidad de Alejandro Sandoval Fontana, se realizó conforme a la ley. Así se desprende de los testimonios de hoy en el Tribunal Oral Federal Nº 6.
La primera tanda de audiencias de la jornada tuvo como protagonistas a policías federales, peritos y testigos que participaron de los tres allanamientos efectuados durante la instrucción de la causa. Por la mañana declaró el oficial subinspector Sebastián Luis Meritello, perteneciente a la División de Seguridad y Custodia del Ministerio de Relaciones Exteriores. Meritello, quien por entonces se desempeñaba en la División Operaciones del Departamento de Seguridad y Estado, fue el encargado de transportar los objetos incautados en la casa de Don Torcuato donde habitaba Alejandro Sandoval Fontana hasta el Hospital Durand, sede del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), en la Capital Federal.
El testimonio de Adolfo Osvaldo Porcel, en particular, dejó muchas dudas. Como oficial principal de la Policía Federal -en la actualidad subcomisario en Campana-, Porcel intervino en el primer y segundo allanamiento ordenados por la jueza Servini de Cubría en los que se buscaban evidencias que contuvieran ADN del joven, y ambos tuvieron resultado negativo.
Casi las mismas dudas generó el testimonio de Alejandro Antonio Ladra, oficial auxiliar de la PFA que participó, según dijo, como “soporte técnico” en los allanamientos. Su firma apareció en las bolsas "tipo Ziploc" en donde se introdujeron los objetos destinados a llevar al BNDG para ser analizados. “No es común que firmara las bolsas”, aclaró Ladra. La fiscalía le preguntó sobre sus estudios:
-No estoy en el tema -dijo el uniformado.
-¿Pero qué estudió? -insistió el fiscal.
-Veterinaria.
Seguidamente fue el turno de Jorge Alberto Corinaldesi, oficial principal de la PFA, desde hace dos años en la delegación Mercedes, y de Gustavo Javier Martín y Alfredo Cayetano Albornoz, estos dos últimos testigos firmantes del segundo allanamiento efectuado el 9 de agosto de 2005. Este allanamiento sería anulado días más tarde por Servini de Cubría.
En base a las preguntas que les hicieron los jueces del tribunal, la querella y la fiscalía, se pudo constatar que el segundo allanamiento se fraguó para favorecer al apropiador Víctor Rei. También se detectaron irregularidades en sus declaraciones judiciales posteriores.
“Mi jefe tenía un yerno que se llamaba Alejandro -relató Martín-, entonces nos llevaron con la policía para ser testigos y buscaron objetos personales, sábanas, toallas, yo estaba en el living, vi cuando sacaron las cosas”. El testigo respondió que no recordaba haber entrado ni al baño ni a las habitaciones. “Me parece que no vi los objetos. No le di importancia al hecho de ser testigo, no le puse atención”.
Martín, al igual que Albornoz, era empleado de la panadería en la que trabajaba Alejandro y salió como testigo del allanamiento para hacerle la “gauchada” a su jefe, Alberto Villar, hermano de quien en ese momento era suegro de Alejandro. “La policía fue antes a la panadería, nosotros fuimos a la casa en un auto con Alejandro y la mujer, bajamos y entramos todos juntos”.
Hubo más inconsistencias en el testimonio de Martín. La jueza Roqueta le preguntó por qué en la declaración posterior al allanamiento dijo que era desocupado, ya que desde 1996 trabajaba en la panadería. “Tal vez porque no estaba en blanco. Hace cinco, seis años que estoy en blanco”, expresó Martín, a esa altura visiblemente nervioso y entendiendo que salir como testigo, como se lo explicó Roqueta, no es algo menor.
“‘Salime de testigo’, me dijeron… ahora me doy cuenta que tiene más importancia”, admitió. El juez Martínez Sobrino, en tanto, le marcó que en su declaración del 24 de agosto de 2005, luego del allanamiento, no había hecho referencia a que conocía a la esposa de Alejandro ni que la panadería era del padre de ella. Martín tampoco recordó si la casa a la que fueron quedaba cerca o lejos de la panadería de Don Torcuato en la que todavía trabaja.
Por su parte, Alfredo Cayetano Albornoz, compañero de Martín en la panadería, fue un poco más preciso: “Eran las diez de la mañana más o menos, yo estaba pesando pan, cayó una persona y me llevaron a la casa del yerno del dueño de la panadería (se refiere a Alejandro). Me dijeron que la gente que estaba ahí en la panadería iba a revisar la casa, eran policías de civil, yo no vi placas, nada, la casa quedaba a unas 15 cuadras, ahí en Don Torcuato, llegamos nosotros con Alejandro y después la otra gente”.
Albornoz, quien hace más de 20 años trabaja en la panadería, declararía una semana más tarde en Comodoro Py. “'Mirá que mañana vamos a la Capital', me avisaron la noche anterior, entonces mi señora me dijo ‘llevate los documentos’”. Albornoz manifestó no recordar que le hayan leído el acta que le hicieron firmar ni que le hayan hecho ninguna pregunta. Él tampoco podría haberla leído porque, como le respondió a Roqueta, es analfabeto.
Por la tarde, se presentaron ante el tribunal el suboficial Daniel Andrés Vergara, quien tomó las fotografías en el tercer y último allanamiento, cuando se secuestró el cepillo de dientes donde se halló el ADN; y Martín Miguel Liuzzi Palma y Adrián Aníbal Fernández, ambos testigos de ese procedimiento. Liuzzi Palma y Fernández dieron fe de que el allanamiento se llevó a cabo según la normativa vigente y sin irregularidades.
Vergara contó que el allanamiento se realizó de madrugada, que no había nadie en la zona por lo cual hicieron una recorrida para encontrar dos testigos, hasta que en el cruce de la ruta 202 y Panamericana, en una parada de colectivos, encontraron a Liuzzi Palma y Fernández. De allí se dirigieron a la casa de Alejandro, quien “se puso molesto por la hora” pero después les abrió, junto con los testigos fueron habitación por habitación, secuestraron sábanas y fundas de almohada, dos cepillos de dientes y, a solicitud del perito del procedimiento, una colilla de cigarrillo que apagó Alejandro.
Liuzzi Palma (33) y Fernández (31), ambos empleados de una empresa de transportes, estaban esperando el colectivo a la salida de su trabajo cuando los levantó la policía para ser testigos del último y definitivo allanamiento en casa de Alejandro. Uno y otro narraron detalladamente cómo se desarrolló el procedimiento, siempre en presencia de ellos, y cómo se les leyó y se les hizo leer el acta que firmaron.
Cabe añadir que antes de arrancar las audiencias de hoy, la magistrada María del Carmen Roqueta comunicó la negativa del tribunal al pedido de la defensa de una ampliación testimonial de Alejandro Sandoval Fontana, que lo hubiera puesto por segunda vez en el juicio en la posición de tener que testificar a favor de Rei, sumiendo a la víctima aún más en su condición de víctima.

martes, 3 de marzo de 2009

Cronograma actualizado de audiencias para el viernes 6 y el lunes 9 de marzo

Tal como lo dispuso el Tribunal Oral Federal Nº 6, se reprogramaron las próximas dos audiencias del juicio contra el apropiador Víctor Rei. Este viernes 6 de marzo van a declarar los testigos que inicialmente estaba previsto que declararan hoy:

-Subinspector P.F.A. Sebastián Luis Meritello (Incidente nulidad).
-Principal P.F.A. Adolfo Osvaldo Porcel (Policía que participó en el allanamiento del 09/08/2005).
19) Auxiliar P.F.A. Alejandro Antonio Ladra (Intervino en secuestro del 09/09/2005).
-Inspector P.F.A Jorge Alberto Corinaldesi (Intervino en allanamiento y secuestro de libros del Htal. el 09/08/2005 y secuestro del 09/09/2005).
-Gustavo Javier Martín (Testigo procedimiento supra.).
-Alfredo Cayetano Albornoz (Idem anterior).
-Suboficial P.F.A. Daniel Andrés Vergara (Idem procedimiento anterior).
-Martín Miguel Liuzzi Palma (Testigo secuestro del 09/09/2005).
-Adrián Aníbal Fernández (Idem anterior).

Mientras tanto, para el lunes 9 de marzo se mantiene la declaración de los sobrevivientes del CCD Club Atlético, más Marcelo Chavanne, Jorge Tejerina y Olga Gamba.

-Ana María Careaga (Vio embarazada a Liliana en CCD “El Atlético”).
-Delia Barrera y Ferrando (Idem anterior).
-Miguel Ángel D'Agostino (Idem anterior).
-Marcelo Augusto Chavanne (testigo convocado por Fiscalía y Querella).
-Jorge Tejerina (Idem anterior).
-Olga Gamba (Vecina Flia. Rei).
-Horacio Ballester (presidente del Centro de Militares para la Democracia Argentina, CEMIDA).

Entre mañana y el jueves, según informó el Tribunal, estará listo el nuevo cronograma de las audiencias subsiguientes.

lunes, 2 de marzo de 2009

Personal del Banco Nacional de Datos Genéticos y peritos de parte respaldaron la pericia que confirmó la identidad de Alejandro Sandoval Fontana

Una serie de testimonios de corte técnico y científico cerró la maratónica jornada de hoy en el Tribunal Oral Federal N° 6. Primero fue el turno de Hernán Lavalle, funcionario de larga trayectoria en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), cuya labor consiste en prestar asesoramiento legal, hacer las causas judiciales, contestar oficios, entre otras cosas.
A continuación ingresaron a la sala María Belén Rodríguez Cardozo, actual coordinadora técnica del BNDG, y tres integrantes del mismo centro: María Victoria Cólica, Florencia Gagliardi y Sergio Valente. Los cuatro profesionales firmaron el estudio genético que acreditó la identidad de Alejandro con un 99,9999996 por ciento de inclusión en el grupo familiar Fontana-Sandoval.
Rodríguez Cardozo, con espíritu docente, detalló diversos aspectos de la biología molecular, desde su historia y sus desarrollos tecnológicos, hasta las nuevas técnicas en genética forense y las ventajas que tiene, por ejemplo, un cepillo de dientes a la hora de extraer ADN. Precisamente fue ella quien decidió, en la pericia relativa a la identidad de Alejandro, escoger un cepillo de dientes entre los objetos tomados en el allanamiento a la casa del joven (una sábana, una colilla de cigarrillo, una prenda). "El cepillo de dientes es adecuado para extraer ADN. Es de plástico, material ideal para conservar ADN, y está muy concentrado", explicó. Rodríguez Cardozo también detalló toda la operatoria del BNDG y las exigentes normas que cumple el centro.
Luego fue el turno de Ana María Di Lonardo, ex directora del BNDG, firmante en la pericia objeto del proceso, quien, al igual que los testigos que la precedieron, contó que los peritos de parte tuvieron "libertad absoluta para presenciar el procedimiento de apertura de muestras", y destacó la excelente calidad profesional y la rigurosidad del personal del BNDG.
Por su parte, Mariano Narciso Antonio José Castex, médico legista, testigo que había sido pedido y luego desestimado por la defensa, declaró porque el tribunal no dio lugar a esa desestimación de última hora. Su testimonio reafirmó aún más la calidad del trabajo del BNDG. Castex recordó que no encontró fallos "en los informes pertinentes" y que no solicitó una alícuota de la muestra de ADN -tal como preveé la ley 23.511 que se puede requerir- porque la defensa no se lo pidió. "En todo momento vi que el trabajo se hacía bien y presté conformidad. Tampoco conozco casos en los que el BNDG haya negado a nadie la posibilidad de peritar".
Por último, Viviana Bernath y Mariana Herrera, las genetistas que peritaron el procedimiento por parte de Abuelas de Plaza de Mayo, remarcaron que "el BNDG tiene un gran prestigio en el campo de la genética y esto se nota en los congresos internacionales. Fueron pioneros y han demostrado una altísima confiabilidad". Y si bien no dejaron de insistir en que la genética se maneja con estadísticas, es decir con probabilidades y no con certezas, Bernath señaló que alcanzar un valor tan alto, tan "indubitado", como al que se llegó con el ADN de Alejandro Sandoval Fontana, "es casi decir que es el hijo biológico".

Fernando Sandoval: “Alejandro me dijo que estaba convencido de que yo era su hermano”

El tercer testigo de la jornada fue Fernando Ernesto Sandoval, medio hermano de Alejandro e hijo de Alicia Rabinovich, primera compañera de Pedro Sandoval, el papá de ambos. Alicia fue secuestrada el 10 de septiembre de 1976, dos días después de que Fernando cumpliera seis años, quien en su declaración relató cómo cinco hombres de civil se la llevaron de su casa, en un barrio humilde de Hurlingham.
"Estábamos con mi mamá, mi hermano y una amiga de mamá, Lucía Fariña. Era de noche, me acuerdo porque yo ya estaba en la cama, listo para dormir, dormíamos los cuatro en la misma pieza. En eso se sienten golpes en la puerta, mamá abrió y ahí yo vi todo. La interrogaron, le preguntaron por el paradero de mi papá, la arrojaron contra una ventana, se lastimó con los vidrios, también interrogaron a Lucía. Dos hombres estaban armados. Uno dejó su pistola a los pies de mi cama. El otro tenía una ametralladora de tambor redondo. Destrozaron todo, rompieron todo el baño, como buscando algo, y a mí y a mi hermano nos dejaron en la casa del vecino. Yo amanecí ahí, en casa de los vecinos".
Luego de la desaparición de su madre, Fernando se fue a vivir con sus tíos. Pero a la desaparición de su madre se sumaría la de su tío, Juan Carlos Sandoval, también militante peronista. “La noche anterior al 1º de julio del 77, el día que secuestraron a mi papá y a Liliana Fontana, yo estaba jugando en el patio de la casa de mis tíos con mis primos, jugábamos a los soldaditos, y de repente vimos entrar a personas de civil armadas a la casa de mi abuela, que vivía en el mismo terreno pero adelante, y además nos preguntaron quiénes éramos. Mi tío, el esposo de mi tía Ángela Sandoval, me reconoció como su hijo, para protegerme, y preguntaron dónde estaba mi papá (Pedro Fabián Sandoval)”. Los hombres permanecieron apostados en la cuadra hasta la mañana siguiente. Ante los alaridos desesperados de su tía, Fernando corrió hasta la calle y pudo ver cuando se llevaban a su tío Juan Carlos, quien aún sigue desaparecido.
Ese mismo día se llevarían detenidos a su papá y a su pareja Liliana Fontana. Fernando se enteró el 2 de julio de 1977. Todavía hoy Fernando recuerda cuando su padre le contó que Paty -tal como le decían a Liliana- estaba embarazada. "Siempre fui celoso, por eso me acuerdo", se permitió bromear, y emocionado agregó: "Me acuerdo que me hacían acariciarle la panza, que era chiquita en ese momento, y me acuerdo de una bufanda que me tejió Paty...".
Recién en julio de 2006, Fernando, de 30 años y residente en Puerto Madryn, supo de la existencia física de su medio hermano Alejandro. Y tuvieron que pasar dos años más hasta el primer encuentro. Fue en un bar, Alejandro acudió a la cita con un amigo y allí pudieron notar los parecidos que guardan. Fernando quiso ser claro: “Le pregunté si estaba convencido de que yo fuera su hermano, porque caso contrario terminábamos la cerveza y listo. Y él me dijo que sí, que estaba completamente convencido”.

Edgardo y Graciela Fontana, los tíos de Alejandro, recordaron la noticia del embarazo de Liliana y el encuentro con el sobrino tan buscado

La primera testigo de hoy fue Silvia Graciela Fontana, hermana de Liliana y tía de Alejandro. Como su madre, Clelia Teolinda “Chela” Deharbe de Fontana, describió el operativo del 1º de julio de 1977, cuando hombres de civil irrumpieron en su casa de Caseros, partido de Tres de Febrero, y se llevaron a Paty, su hermana, y Pedro.
Graciela: "Con amor, vamos a lograr que Alejandro sepa que somos su familia". “Lo recuerdo como si fuera hoy. Eran cerca de las nueve de la noche. Golpearon la puerta de calle y entró una persona armada que nos dijo: ‘Métanse para adentro, somos de las fuerzas conjuntas’”. Esa mañana, según contó Graciela, su hermana Liliana había comprado lanas para hacerle el ajuar a su futuro bebé y que en el preciso momento del secuestro la estaba ovillando. También recordó que hubo vecinos que presenciaron cómo se llevaron a Liliana en un Ford Falcon y a Pedro en otro. "Antes de que se la llevaran, se detuvo en la puerta, se dio vuelta, nos miró uno por uno y nos sonrió. Esa es la última imagen que tengo de mi hermana”.
Graciela relató que a la mañana siguiente, temprano, sacó a la calle al perro ovejero que era de Liliana y Pedro, que los acompañaba a todas partes. "No sé ni por qué lo saqué, pero ahí nomás se puso a olfatear la vereda, la calle, y a llorar, no paraba de llorar, y se me fue, empezó a correr y yo a perseguirlo y mi mamá atrás nuestro". Graciela y su madre lo siguieron ocho cuadras hasta que el can "se estacionó" en la puerta de la Brigada de Investigaciones de Caseros, "y ahí se sentó y estuvo llorando como una hora". Luego del secuestro de Liliana y Pedro, comenzó la búsqueda de la familia Fontana. "Recurrimos a un familiar de una persona de Aeronáutica que nos dijo barbaridades. 'Está bien que se los hayan llevado', nos dijo". Comisarías, hábeas corpus, dependencias oficiales, Ministerio del Interior, y en todos lados la misma respuesta: el silencio. Empezaron a juntarse con otros familiares, y su madre, Chela, se integró a las Abuelas de Plaza de Mayo.
Graciela confirmó lo que declaró su madre el último viernes: que Liliana, cinco días antes de ser detenida, había ido al Hospital Ramón Carrillo de Ciudadela y que entonces tuvo la certeza médica de que estaba encinta. Graciela recordó también que su mamá Chela, un mes más tarde, fue a ese nosocomio a retirar el certificado de embarazo para iniciar la búsqueda de su nieto.
Cuando el abogado de Rei, Macedo Rumi, le preguntó a Graciela "qué implicaba" la militancia de su hermana y su yerno, tratando de justificar de algún modo el hecho de que los hayan secuestrado, ella, quien a sus 17 años ya compartía la militancia peronista, reinvindicó la memoria de Paty (Liliana) y de Erico (Pedro): "Querían un país más justo y poseían los valores más importantes que se pueden tener: solidaridad, lucha y entrega, y lo demostraron, porque entregaron su vida".
Como aporte para el "cuaderno de pruebas" de la causa, Graciela presentó ante el Tribunal Oral Federal N° 6 la documentación que le entregaron cuando se abrieron los archivos de la Policía Bonaerense. La testigo detalló que entre todos esos papeles que le dieron, donde están cada una de las presentaciones que hizo su familia en la búsqueda de Liliana, Pedro y el bebé, hubo una que le llamó la atención. "Se trata de esta ficha -y la mostró a la corte- que hace referencia a mi hermana. 'Secuestrada en el partido de Tres de Febrero el 27 de septiembre de 1977'". Ese día, se presume, Liliana era sacada del centro clandestino de detención conocido como "Club Atlético", ubicado en Paseo Colón entre San Juan y Cochabamba de la Capital Federal.
El Club Atlético funcionaría tan sólo dos días más como campo de concentración hasta quedar sepultado bajo la autopista 25 de Mayo. Pero en años recientes, gracias a un minucioso trabajo de reconstrucción, se ha logrado conocer la operatoria del lugar en tiempos de dictadura, se han recuperado restos y el sitio se ha transformado en un espacio de memoria. Y justamente allí, en una inspección ocular junto con el juez Daniel Rafecas, por la megacausa del 1er. Cuerpo de Ejército, Graciela Fontana reconoció una de las prendas de Liliana.
"Liliana, que era muy linda por dentro y por fuera, la noche del 1° de julio del 77 tenía puesto una pollerita, una camperita de lana y unas medias de lana. Y estas medias de lana fueron las que reconocí con el juez Rafecas, detrás de una vitrina, entre los objetos recuperados de Club Atlético. Fue una sensación muy fuerte".
Graciela narró con dulzura y honestidad el encuentro con su sobrino Alejandro, poco después de que éste conociera su identidad biológica. A la reunión fue buena parte de la familia Fontana. "Es difícil explicar qué pasaba dentro de nosotros. Fueron treinta años esperando ese momento. El primer cuadro que tengo de Alejandro es abrazando a mi mamá y a mi papá. Yo lo abracé muy emocionada y le dije 'te quiero mucho'. 'Yo no te puedo decir lo mismo', me dijo. Yo lo entiendo, es lógico, todos esos años sin saber que existíamos. Pero él sabe que siempre vamos a estar con él y sabe que su mamá, lo que más hubiese deseado, es que se criara con nosotros".
Tiempo más tarde, Alejandro la llamaría tía por primera vez. "Sentí casi lo mismo que cuando nacieron mis hijos, un amor así, porque yo lo veo a él y la veo a mi hermana". Y le confesaría que su apropiador, Víctor Rei, le había dicho que era hijo de desaparecidos y que su entregador había sido "el director de la Cárcel de Encausados de Campo de Mayo".
A posteriori de que la jueza María del Carmen Roqueta, presidenta del tribunal, no hiciera lugar al siniestro pedido de careo que formuló el abogado de Rei, Macedo Rumi, que la hubiera enfrentado con su sobrino Alejandro, Graciela, como cierre a un testimonio, sólido y conmovedor a la vez, expresó el deseo de los Fontana: "Con amor, con paciencia, vamos a lograr que él sepa que somos su familia".
Edgardo: “Liliana me dijo: ‘Cambacito, vas a ser tío’". El hermano de Graciela y Liliana, Edgardo Fontana, fue el siguiente testigo en declarar. Edgardo militaba con Paty, su hermana desaparecida, en el Frente Revolucionario 17 de Octubre, agrupación con fuerte arraigo en la zona oeste del Gran Buenos Aires. Liliana, por ejemplo, asistía a un barrio de Pablo Podestá y ayudaba a leer y a escribir a la gente. La noche anterior y la posterior a la detención de Liliana y Pedro, de hecho, se llevaron a cabo numerosos operativos en toda la zona y se llevaron a muchos militantes que nunca más aparecieron.
Como no cree en las casualidades, Edgardo contó que el Frente Revolucionario 17 de Octubre también desempeñaba tareas sociales y de militancia en el norte del país, más precisamente en Formosa, a donde Edgardo y Pedro habían viajado varias veces y en donde Víctor Rei, como alto jefe de inteligencia de Gendarmería, tuvo un papel notorio en los inicios del régimen militar.
"En 1976 detuvieron en Formosa a tres compañeros de la agrupación", relató Edgardo Fontana, "a uno lo trasladaron a Buenos Aires y así llegaron a la casa de Alicia Rabinovich, la primera compañera de Pedro. Él ya no vivía ahí, ya se habian separado para entonces. Se llevaron a Alicia y a Lucía Beatriz Fariña, que salió dos semanas después. Ese 10 de septiembre a la madrugada fueron a otra casa cercana y secuestraron a Edgardo Lombardi y a su mujer, Margarita Weis, que siguen desaparecidos".
"Yo me enteré del secuestro de Alicia porque había otros compañeros que vivían en el barrio y ante cualquier problema llamaban a un teléfono que teníamos acordado, el que recibió la llamada me avisa y con otro compañero nos fuimos a Hurlingham. Ahí comprobamos que la casa había sido allanada y que el frente estaba todo lleno de agujeros de FAL o algún arma parecida. Cuando estaba mirando la casa justo pasó otro compañero de barrio en bicicleta, me nombra por mi apodo, 'Cambá', y me dice que lo siga. Dos o tres cuadras más allá frena, me cuenta lo que vio y ahí nos damos cuenta de dónde venía la mano, de Formosa".
Edgardo contó que un año más tarde, el 1° de julio del 77, al rato de enterarse del secuestro del hermano de Pedro, Juan Carlos Sandoval, se comunicó con Pedro y con Liliana y quedaron en encontrarse en la estación El Palomar a las nueve de la noche. La idea era instalarse en algún lugar seguro. Edgardo ya había conseguido una casa. Pero nunca llegaron. Edgardo esperó los cinco minutos estipulados y por seguridad dejó la estación. De vuelta en casa de su suegra ésta le comunica que había llamado Graciela, su hermana, contando que se habían llevado a Liliana y a Pedro.
"Entonces con mi compañera decidimos irnos de ahí, primero nos fuimos sin nuestra beba, que tenía seis meses, pero a los cien metros volvimos y la llevamos con nosotros. Al día siguiente, el 2 de julio, allanaron la casa de mi suegra, estuvieron todo el día, destrozaron todo, la interrogaron, trataron de persuadirla de que me buscaban a mí nada más, que no la buscaban a su hija... A los quince días allanaron de nuevo, partieron la puerta en dos y terminaron de robar todo lo que pudieron. Estaban de civil y dijeron pertenecer a las fuerzas conjuntas".
Un mes y medio después Edgardo y su familia salieron del país, exiliados, y recalaron en Madrid, España, donde en 1980, en el marco de una conferencia de Amnesty International, el testigo se encontró con dos ex detenidos-desaparecidos que habían pasado por el Club Atlético. Uno de ellos, Oscar González, le describió a Paty y a Erico. Edgardo no tuvo dudas, se trataba de Liliana y de Pedro. Le preguntó por el embarazo de Liliana y González le confirmó que había llegado a término. González le dijo que su hermana había sido trasladada dos días antes del desmantelamiento de ese centro clandestino y le narró un breve diálogo que mantuvo con el "Turco Julián":
-¿Te acordás de la rubita? -le preguntó el represor a González.
-Sí -respondió.
-Bueno, tuvo un varón.
En su decalaración Edgardo Fontana recordó el día que se enteró que su hermana estaba embarazada. "Fue el 4 de junio del 77. Me encontré con Liliana por Caseros, y de vuelta, en el 53, me dijo 'Cambacito, vas a ser tío'. Y ahí nos prometimos que si a mí y a mi compañera nos pasaba algo, ella iba a criar a Natalia, nuestra beba, y que si a ella y a Pedro les pasaba algo, mi compañera y yo íbamos a criar a Pedro o Evita, porque así querían ponerle a su hijo cuando naciera".

El abogado defensor del gendarme Víctor Rei amenazó con entrar armado a la sala

Alejandro María Macedo Rumi, abogado del represor Víctor Rei, amenazó con entrar armado a la sala de audiencias. En un intercambio de palabras con la abogada de la querella, Nina Brugo, Macedo Rumi le dijo: “Mañana voy a venir armado al juicio porque no tengo garantizada mi seguridad”. Por tal motivo, Luciano Hazan, abogado querellante, informó del incidente a la jueza para dejar constancia de la amenaza. La presidenta del Tribunal, María del Carmen Roqueta, reprobó la actitud de Macedo Rumi, quien además manifestó ante el Tribunal que "la Constitución y el Código Penal" lo habilitan a andar armado: “Nadie puede entrar armado. Su seguridad en el recinto y fuera de él está garantizada”. La magistrada también informó que la audiencia de mañana, martes 3 de marzo, será reprogramada para un lunes o viernes, ya que la sala asignada no era adecuada.